domingo, 19 de abril de 2009

Pobres y Ricos


¨ En la sociedad capitalista la mercancía no cuenta por su valoración social: se ha convertido en un objeto abstracto, un fetiche. De modo particular, el dinero "que refleja sobre una mercancía sus relaciones con todas las demás" se apodera del alma humana y la tiraniza como un demonio. El dinero es el que compra a los hombres y el trabajo de éstos.
La fuerza-trabajo, productora de las mercancías, se cambia y se compra como otra mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, olvidando que detrás de ellas hay un hombre, con su familia: el proletario. Este proletario es libre, pero si no vende su trabajo se muere de hambre. Vende su capacidad de trabajo, pero ésta es una cualidad personal, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez hecho el contrato entre capitalista y trabajador, éste, con toda su personalidad y sus necesidades, pasa a manos del otro ¨
El Capital, Tomo uno Karl Marx – 1867

Leer estos párrafos sin el temor a la palabra, comunismo o socialismo es casi inevitable, pero viéndolo de punto de vista puramente económico y de producción esta es la realidad de la Lucha de Clases, una interminable relación que a pesar del vaticinio del erudito Alemán, no parece llegara a su fin como en su tiempo este afirmo.

La eterna dualidad, los que más tienen y los menos afortunados, cualquiera diría que esta relación no existe ya que uno puede ser rico si se lo propone, pero en estos últimos días me he dado cuenta que en países como el nuestro esto es prohibitivo y sinceramente creí que este tipo de prohibición era puramente promovida por los extranjeros radicados en nuestro país, pero me he dado cuenta que esta mezquina y miserable forma de pensamiento también está arraigada en los criollos.
La promovida lucha de clases no tiene color político, de piel, de religión, ni de razas, se limita a cuanto tienes cuanto vales.
Mucho se escucha que la distribución de la riqueza es desigual y la verdad no es porque la gente con aspiraciones no quiera llegar a gozar de las riquezas que pueda producir en base a su esfuerzo y trabajo, sino a la voraz y mezquina reacción de los que más tienen contra los que comienzan a tener.
El ser emprendedor e inteligente en nuestro país entonces se convierte en un pecado o en algo que hay que castigar, porque temen los ricos compartir lo que creen propio (la fortuna o el bienestar económico) con los que tienen la convicción de llegar a tener. Pretender ser rico en Honduras, es como escalar el Everest, sin equipo, cuesta arriba y lleno de obstáculos, a mano desnuda y con las puras ganas de llegar, porque las oportunidades están, pero la manera de aprovecharlas, son las que no existen y si uno es astuto y logra verlas entre la maraña entonces están los que evitan que un pobre logre triunfar, no quiero decir con esto que no hay casos, lo que sucede es que también rápidamente, la vox populi lo transforma de emprendedor y trabajador a narcotraficante y lavador de activos, así es nuestra idiosincrasia.

No creía mucho en este mito, y siempre pensé que el sistema en mi país, no nos daba las oportunidades a los que las necesitamos, pero ya en el camino de la vida, me he dado cuenta que existen oportunidades, pero hay siempre quien está en la senda, poniendo túmulos y obstáculos, porque a los que ya tienen, no les gusta compartir, o no les conviene que surjan nuevos emprendedores, lo más triste del caso es que somos nosotros los mismos hondureños, los que hemos aprendido a no dejar que los demás crezcan.

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